jueves, julio 26, 2007

The End

Il y a pas mal de temps que j’avais prévu d’écrire un post en français. Finalement, j’ai laissé tombé l’idée jusqu’aujourd’hui. Et je crois que j’ai bien fait donc fermer ce blog avec quelques paragraphes en français c’est le meilleur choix pour un blog qui est né pour raconter mes histoires sur le pentagone hexagone (façon de nommer la France, pareil à dire « piel de toro » pour se référer à l’Espagne).

Quasiment un an et demi... putain ! (comme on dirait à Toulouse). Pendant tout ce temps elles me sont arrivées pas mal de choses. Ouais, je peux dire que j’ai passé par des expériences intéressantes dans ce pays, partagées entre Fontainebleau, Paris et Toulouse. Ma première étape s’a été passée avec certaines difficultés : la solitude, la hospitalité froide des parisiennes, les nouages (où est le beau soleil ?), mon incapacité pour comprendre et pour m’exprimer, le manque de mes amis, de ma famille, ... C’était pas du tout gagné. Grâce à mon déménagement de Fontainebleau à Paris, les choses ont améliorés un petit peu donc je suis tombé dans l’onzième arrondissement, un super quartier. Cependant, malgré j’était à chaque jour plus adapté, je ne me suis pas du tout senti intégré. Paris est vraiment incroyable, grandiose, fascinante… mais pas trop accueillante, il faut le dire.

Finalement, j’ai pris la décision de changer, d’aller à la recherche d’un peu plus de chaleur, climatologique mais aussi… humaine. Le Sud de la France. Mais… quel Sud ? l’Est ou l’Ouest ? Séduit par sa proximité à l’Espagne et par la communauté d’espagnoles présente dans la ville, le choix entre Nice et Toulouse est décliné finalement sur la deuxième. La Ville Rose m’a accueilli plus cordialement que la capitale de la République. Ambiance heureux, jeune, sympathique… Les vols à Madrid ont été plus fréquents, je suis retourné à faire du sport et je me suis rapproché de la montagne, aux Pyrénées. Malheureusement, je suis venu un peu touché de Paris et l’intégration n’a pas été non plus une réalité. Cela… a-t-elle été ma faute ? Donc après une réflexion de plus de trois semaines, de voir les avantages et les inconvénients, j’ai pris une nouvelle décision, à cette fois définitive : retourner en Espagne. Rester sur un coin pour ne pas être au 100%… c’est pas mon truc.

Mais qu’est-ce que je veux dire ?... Que l’expérience n’a pas été gratifiante ?... no, c’est pas du tout comme ça. J’ai passé aussi de bons moments ici, bien sûr. Le bilan est positif. Cependant, l’heure de rentrer est arrivée. Maintenant une nouvelle aventure m’attend.

Avec celui-ci, quarante et cinq articles ont eu l’intention de partager avec vous toutes les expériences, les histoires et les sentiments qui me sont arrivés au cours de mon séjour dans ce pays. Mais je quitte la France et ce blog doit donc fermer ses portes. Dernier article pour Croissant y Tapas.

C'est l'heure de dire à bientôt ! à la France. Au même temps... c'est l'heure de la rencontre avec les vieilles habitudes :

Hola, estoy de vuelta… ¿Me pones una caña?

miércoles, julio 18, 2007

La burocracia

El proceso ya está en marcha. La vuelta, quiero decir. Concretamente, me refiero a todas las gestiones y movidas que tengo que hacer para poder salir de Francia sin que me persigan. Bueno... reconozco que todavía no veo claro si la Hacienda francesa forrará las farolas y las papeleras con carteles que digan “Se busca” bajo una foto de mi persona, pero eso es otra historia...

El otro día hablaba con un amigo, que de derecho administrativo y esas cosas sabe bastante, al menos bastante más que yo, y me comentaba que la burocracia había sido realmente un invento de los franceses. Jodido invento, dije yo para mí, pues ahora me encuentro inmerso en un autentico berenjenal de formalismos, procedimientos y rollos similares que me tienen ocupado una buena parte del día. Llamadas, visitas, correos, cartas, más llamadas, etc... Una lista interminable. Hay momentos en los que pienso que es necesario estar hecho de una pasta especial para lidiar con todos estos trámites. O eso, o tener más cojones que el caballo de Espartero. También vale ser francés.

En cuanto al componente de negocio, la burocracia no da de comer solamente a los funcionarios estatales. La red tejida alrededor de este sistema alcanza unas dimensiones importantes dentro del sector privado. Por ejemplo, existen gabinetes jurídicos especializados en gestiones administrativas que ofrecen servicios como la venta de modelos de cartas. Y no me refiero al diseño gráfico, sino a la redacción, por ejemplo, de una simple carta de rescisión de un contrato con una operadora de servicios de telefonía móvil. Precio: unos 10 €. La lista de tipos de carta es directamente proporcional a la cantidad de procedimientos derivados de la compra-venta-alquiler de servicios públicos o privados. La hostia, vamos.
Si hablamos de los servicios que ofrece la administración pública dentro de toda esta maraña de tejemanejes burocráticos, la reina indiscutible es la carta certificada o lettre recommandée. Yo creo que tienen que ir a comisión, los cabrones, porque te la piden para todo:

-Hola buenas
-Hola
-Mire, es que yo quería...
-Me envía usted una carta certificada...
-Pero... oiga...
-...con acuse de recibo a la dirección...
-... si yo sólo quería ir al baño...

Si no es para estar hasta los huevos, que venga el cacho cabrón que inventó toda esta morralla de burocracia y que me pregunte. Si yo no digo que no haya algo de papeleo, una gestión por aquí, una llamadita por allá..., que sí, coño, no hay problema. Pero, joder, es que esto es ya mala hostia. Y además, es caro de cojones, que esa es otra. No sé la pasta que llevaré gastada ya en llamadas telefónicas, en sobres, en sellos y en cartas certificadas.

En fin, que a pesar de todo mi esfuerzo y mi empeño en resolverlo todo lo más rápida y diligentemente posible, estoy viendo que volveré a España con lastre a mis espaldas, lastre del que espero poder desembarazarme en unos meses.
Mientras tanto... intentaré no caer en la desesperación, ni dejarme llevar por mis instintos más primarios, pues creo que de otro modo el primer funcionario, comercial, consejero de atención al cliente o simple dependiente que me pida que le envíe una carta (sea certificada o no)... tendrá esa misma frase como epitafio.

miércoles, julio 04, 2007

El prisionero de la jaula dorada

Así es como titula Paul Preston, en su libro Las tres Españas del 36, el apartado dedicado a Manuel Azaña Diaz, el último presidente de la II República Española. La jaula a la que se refiere Preston no es otra que la propia presidencia de la República, de la que no quiso “escapar” hasta que Gran Bretaña y Francia consumaron el olvido y el abandono de la causa republicana con el reconocimiento del gobierno del golpista Francisco Franco en febrero de 1939. Un año y algunos meses más tarde, Azaña moría exiliado en Montauban, en la región de Midi-Pyrénées (Francia), a unos 40 km al norte de Toulouse.

Este fin de semana he visitado su tumba y no he podido reprimir una cierta emoción al encontrar el lugar donde reposa una de las mayores figuras políticas de la reciente historia de España. Es un lecho humilde, como corresponde a un exiliado que se ve forzado a dejar su tierra para terminar muriendo casi anónimamente en un país que no le ayudó cuando debía. Pero a pesar de esa humildad, su tumba refleja que el recuerdo de su figura permanece aún indeleble, al menos en la memoria y en el corazón de unos pocos. Dos grandes banderas de la II República cubren su modesta lápida, y pequeños grabados muestran tanto el afecto que aún le guardan aquellos que en un tiempo pensaron que un cambio en esa sociedad tradicional, católica y caciquista era posible, como la esperanza de que las nuevas generaciones sean capaces de entender algún día el espíritu con el que la República y las personas que creían en ella quisieron abrir una nueva página en la historia española.

Yo creo haber empezado a entenderlo, Don Manuel. Y por eso le doy las gracias.