viernes, septiembre 08, 2006

Gastronomía (I)

Ayer leí una noticia en la que una endocrinóloga tiraba por tierra las dietas milagro. Esas que te permiten bajar diez kilos en dos semanas comiendo crema de calabacín y jamón cocido. También las hay de aquellas en las que puedes atiborrarte de raspas de pescado y piel de manzana. La de la alcachofa es bien conocida, aunque aún no he encontrado a nadie que pudiera aclararme si la dieta en sí se trata en que tienes que comértela, o bien, metértela por algún otro orificio de tu cuerpo que no sea la boca.

Bueno, a lo que iba…, decía que esta doctora, audaz, precisa y concisa, se ha atrevido a afirmar categóricamente que hay que:
–Comer de todo pero poquito

Es decir, pasándolo por la turmix literaria, variedad en la alimentación pero en cantidades moderadas. Agradeciéndole la afirmación, no diré que esta señora haya descubierto la Teoría del Adelgazamiento, es cierto, pero no podemos negar la verdad de la contra-afirmación. Y si no, basta contrastar el experimento que realizó cierto individuo comiendo durante un mes, o más, únicamente comida del MacDonald’s. Creo que aparte de engordar veinte kilos, luego tuvieron que sacarle la grasa inyectándole en vena una solución de KH-7 (aquellos que no hayáis limpiado nunca una cocina, no sabréis de lo hablo).

Volviendo sobre la variedad en la alimentación, o, parafraseando a la doctora, respecto al comer de todo, hay que decir que París es una ciudad que está sobrada de oferta gastronómica. Realmente es amplio el abanico de posibilidades, aunque se notan dos influencias predominantes, aparte de la local, por supuesto. Estas son: la árabe y la asiática. Hoy sólo comentaré sobre éstas dos. En sucesivos posts, ampliaré horizontes.

La primera es evidente que deriva de la antigua relación colonial con el Magreb. Marruecos, Túnez y, sobre todo, Argelia, están muy presentes no sólo en el ámbito gastronómico, sino en muchas otras facetas, pues el nivel de inmigración de estas antiguas colonias no es nada despreciable. Hoy precisamente he estado comiendo con un nuevo compañero, argelino él. Pero hemos comido en un mexicano. Y nos ha atendido una italiana… Es la hostia esto de la diversidad cultural.

La segunda influencia, la asiática, para mí es algo menos evidente pues a pesar del colonialismo francés en Indochina (Camboya, Laos y Vietnam), cuesta pensar en un nivel de inmigración parejo al de las antiguas colonias del norte de África, aunque sólo sea por la distancia. Pero como muestra, el chaval que se sentaba en la mesa contigua a la mía en la oficina era vietnamita, de nombre Nam. Y lo curioso es… que era él quién me llamaba Charlie

En cuanto a calidad… hummm… ahí ya hay que hilar un poco más fino para poder encontrar algo con un nivel que vaya acorde con los precios que se estilan en esta ciudad. Entre lo barato, siempre está la opción del Kebab, que por estas tierras ha sufrido mutaciones: sándwich grec, spécialités turques, etc., pero en las que persiste la misma base. Están por todas partes. Un día, fui en coche hacia el este de París, y en una calle de un suburbio (la banlieue) se podía contemplar el Paraíso Kebab, materializado en decenas de carteles, uno detrás del otro, o justo enfrente, al otro lado de la acera, con la masa de carne jugosa (?) y apetitosa (?) dorándose plácidamente a fuego lento. Entre lo caro… no lo sé… estoy esperando que venga alguien y me invite.

Con los asiáticos pasa un poco lo mismo. Chinos y japoneses hay a patadas, pero con una oferta culinaria no demasiado apta para andar repitiendo muchos días seguidos. Son cómodos les traiteurs (según el diccionario: especialistas en comida preparada), que vienen a ser algo así como un chino de los de España pero con una barra con todos los platos a la vista, y en los que llegas, eliges, te lo ponen en un recipiente de plástico, te lo calientan… y a correr!. La oferta de los japoneses, en general, no excede del sushi (de 4 ó 5 tipos de ahumados), maki, sashimi y yakitori. Al principio mola… luego cansa.

A mí hace ya tiempo que me apetece comer en un buen restaurante de comida asiática, concretamente en un indonesio o un en vietnamita. El otro día vi uno que no tenía mala pinta, en el precioso barrio de Le Marais, pero hubo algo que no terminó de convencerme...tal vez el cartel... Lo que tampoco me queda claro es si al final de la cena, a uno le dolerá más en la cartera o en otro sitio... ¿Algún voluntario?

3 Comentarios:

At 09 septiembre, 2006 10:33, Anonymous Anónimo said...

KH7 no es un framework?

 
At 09 septiembre, 2006 16:57, Anonymous Anónimo said...

Tampoco hay que subestimar la dieta del cucurucho

 
At 10 septiembre, 2006 02:33, Blogger Carlos M. said...

Yendo por partes, decir que:

- KH-7 no es un framework, repito, no-es-un-frame-work.

- Por el cartel, el ejercicio que haría en ese restaurante sería más bien pasivo, es decir, receptivo...de recibir, you know?

- En cambio, la dieta del cucurucho es ejercico puro. Y ya se sabe que el exceso no es bueno... aunque... si sólo es una semana... por probar...

 

Publicar un comentario

<< Inicio