jueves, agosto 31, 2006

París es como una caja de bombones...

Hoy ha hecho un buen día en París, quiero decir, un buen día. De los de sol, sin nubes… y sin lluvia. Por eso he decidido volver andando hacia mi casa. Es un considerable paseo. No he contado los pasos que he dado, pero creo que han sido muchos. He ido sin un rumbo fijo, aunque sabiendo a dónde tenía que arrivar: 6 impasse franchemont, París, mi casa.

Es difícil llegar a conocer todos los rincones de una ciudad como París. Pero además, cada día se aprecian cosas diferentes caminando por un mismo sitio, hasta el punto que tienes que hacer el esfuerzo de recordar si alguna vez pasaste o no por allí. Es parecido a la espeleología, ¿la habéis practicado alguna vez? Yo sí, en una ocasión, en una cueva de Cantabria. En el grupo con el que iba, había varios expertos en la materia. Durante las más de cinco horas que duró la aventura, escuché un consejo que ahora aplico de vez en cuando mientras paseo por el laberinto de calles parisinas: hay que procurar regularmente, pararse y darse la vuelta, para observar con atención el camino por el que acabamos andar, porque desde la perspectiva del regreso, el mismo camino puede tener una apariencia bien diferente.

Yo descubro cosas nuevas prácticamente todos los días. Y no sólo nuevos rincones, de los que os hablaba antes y que tanto abundan en esta ciudad, sino también nuevos puntos de vista. Por ejemplo, entre el día y la noche. Entre un día de diario y un fin de semana. Entre un día con sol y otro nublado. Cada una de estas circunstancias, llena por completo de matices esos pequeños descubrimientos que uno va haciendo a medida que pone un pie delante del otro.

Hoy me ha hecho gracia lo que he visto, y me ha traído un buen recuerdo de una buena película. Está relacionado con uno de los personajes, que se caracteriza por tener un punto de genialidad que posiblemente otros tacharían de extravagancia, o simplemente, de estupidez. Pero la iniciativa y tesón que demuestra en llevar adelante “su obra”, para mí merecen todo el respeto. Y tiene originalidad, característica que, en este mundo, y a estas alturas de la evolución, es algo difícil de ver (valga como muestra este blog, igual a otros cientos de miles en el ciberespacio). No voy a hacer un perfil psicológico, pues no nací argentino y perdí mi oportunidad de ser psicoanalista, pero sí esta pequeña reseña.

¿Sabrá alguien decirme, sin utilizar buscadores ni enciclopedias, quién es la persona de la que hablo y que da nombre a esta calle?...

El roscón de Reyes

Son las 2h00 de la madrugada. No tengo mucho sueño aunque siento el cansancio de un día entero fuera de casa. Creo que me tumbaré en la cama, tal vez así Morfeo venga a hacerme una visita. Hablando de visitas… Esta semana ha sido grande en cuestión de visitas. He tenido dos, una de ellas, programada, la otra… no.

El viernes recibí una llamada, de alguien que, con un acento lejano pero conocido, me dijo:
– Oye, que mañana me voy pa’ París.
– ¡Coño!, pues dabuti… – respondí yo, haciendo alarde de esa locuacidad fruto de mis años vicalvareños.

Y efectivamente, Ángel y su amigo Diego (… ¿era Diego?), volaron hasta aquí para asistir a un festival de música. Tocaban Radiohead y Muse, y el cuñado, o la hermana, o el hermano, o la prima... bueno... sé que era alguien de la familia consanguínea, filial o política de Diego, les convenció para asistir al susodicho evento musical. Después de una rápida conversación telefónica, pasados unos treinta minutos del mediodía del sábado, me encontré en una brasserie cerca del Champ-de-Mars, jardín sobre el que la Tour Eiffel proyecta su vasta y alargada sombra, tomando unas cañas (des pressions) con un par de andaluces. Pasamos un buen rato, hablando y bromeando…en español, eso sí… casi !

Pero como al igual que las precipitaciones en España, que no están bien distribuidas en el tiempo sino que son muy estacionales, las visitas a veces también adolecen de esa característica. (Nota I: entiéndase por estacionalidad el hecho de que tan pronto nos cae un chubasco, chaparrón, borrasca o similar, un día cualquiera del mes abril, a las 10h00 de la mañana, como que nos asola una sequía, valga la redundancia, bien seca, desde ya entrado mayo hasta la primavera del año siguiente. Creo que extrapolar esta definición al campo de las visitas no será demasiado complicado para mentes ágiles y despiertas como las vuestras, queridos lectores. Nota II: Me sé de uno que de “pertinaz” tildaba a la tal sequía, pero afortunadamente el susodicho ya no tiene nada que “tildar” salvo la tumba en la que reposa).

Y así fue cómo, ese mismo sábado, aunque esta vez por la noche, me encontré de nuevo con dos caras conocidas, dos caras amigas. Él, madrileño, ella, vallisoletana. Habían venido a visitarme, y de paso…conocer París. Pero en este orden…lo sé de buena tinta. Mañana regresan a casa. Yo me quedaré aquí, porque, como dice Paqui:
– Pero tío, si tú estás de vacaciones.

Al menos no me quedo con las manos vacías. El chorizo del pueblo y la botella de licor de hierbas, rendirán buena cuenta la próxima vez que me disponga a llenar el buche. Agradezco la deferencia a los generosos proveedores.

Por cierto, ¿os lo había dicho?... me gusta tener visitas... sobre todo si vienen con sorpresa, como los roscones...

lunes, agosto 28, 2006

El enigma

Ahora que están tan de moda las conjuras, las redes secretas, las sectas, los códigos, y demás misterios, voy a haceros partícipes de algo que ya me está mosqueando sobremanera y a lo que no encuentro una explicación demasiado lógica por no aceptar una demasiado evidente.

Hace unos días, íbamos paseando por la calle y, de pronto, Claudine me hizo notar algo que ella ya había observado desde hacía unos días atrás. En la pared de un edificio, a la altura más o menos de un primer piso, y de frente al sentido de la marcha según andábamos por la acera, había un mosaico que representaba la figura de un marciano de aquellos que salían en un videojuego llamado Space Invaders, ¿os acordáis?, ese en el que había unas 8 ó 9 filas de bichitos marcianos en lo alto de la pantalla y que había que ir matando con una especie de cañón que manejábamos desde abajo. Salieron variantes después, como "el de las moscas", en el que había algunos que de repente bajaban volando (piuuuuuuuuuu……) y que disparaban (esta descripción es un homenaje para los nostálgicos…).

Bueno, pues… ¿qué coño hace un marciano en la pared del edificio? La respuesta no tendría demasiada importancia sino fuera porque ese mismo día vimos otros dos, y en días sucesivos algunos más. Pero no sólo marcianos, sino también los cocos del Comecocos, y lo que me da más miedo: en la entrada de mi portal…el propio comecocos pero moderno, y con patas y ojos. Valgan las fotos que incluyo como prueba visual, señor juez, de que no he caído en los brazos de los tripis u otros miembros de la familia de los alucinógenos.

¿Ante qué terrible misterio o conjura me enfrento? ¿Estoy ante un intento de comunicación entre seres extraterrenales?, ¿es el código secreto de una secta o hermandad milenaria?, ¿es un ciberpuzzle inventado por una red de ciberchalados?, ¿no es más que el nuevo sistema de la mafia siciliana ahora que los pizzini han demostrado su ineficacia?, ¿es la nueva manera que tiene el ayuntamiento de nombrar las calles?, ¿o simplemente se trata de Mariano, albañil experto alicatador, reivindicando el arte tecno-urbano?, .

Acepto sugerencias en relación a este increíble misterio, ya sean pistas, hipótesis, experiencias propias o ajenas, sueños vividos o inducidos por sustancias psicotrópicas, las batallas del abuelo, “yo tengo un primo que…”, etc. Sería de gran ayuda contar con la colaboración de algún antiguo programador que hubiese participado en la creación de los mencionados videojuegos, tal vez hay algún algoritmo oculto que se nos escapa. Cualquier cosa que nos aporte alguna luz sobre la oscuridad que rodea a este insólito hecho.

No me cabe duda de que llegar, llegar… no vamos a llegar a nada, pero así pillo ideas para un libro, que no veas cómo se cotiza hoy en día el kilo de enigma en el mercado literario…

viernes, agosto 25, 2006

Una de humos y encuestas

¿Os suena la Compañía Cigarrera de Brooklyn (Brooklyn Cigar Co.)?... Es el estanco en el que se desarrolla la película Smoke y el experimento que rodaron después, Blue in the face. Tanto el guión de Smoke como el tropel de escenas que se grabaron en Blue in the face, son obra de Paul Auster. Pues bien, precisamente es lo que me estoy leyendo en este momento, los guiones de ambas películas. Son cojonudos, sin duda.

Pues bien, cuando me dirigía a casa después de salir del trabajo, mientras iba en el metro, después de leer algunas, he llegado a la escena de Blue in the face que titularon Fundación Bosco. En ella, Pete Malone se encuentra con Tommy Fratello, sentado tranquilamente delante del escaparate de la Brooklyn Cigar Co. Hace varios años que no se ven y comienzan a contarse un poco sus vidas. Se deja entrever que Pete no está precisamente sobrado de cordura. La duda termina por disiparse cuando le plantea a Tommy rellenar una encuesta. ¿Que qué encuesta?... joder, pues ésta misma:

1.¿Cree usted que hay vida en otros planetas o que estamos solos en el universo?
2.¿Hay alguien a quien odie lo bastante como para desearle la muerte? Si alguien le dijera que podía matar a esa persona y el crimen nunca sería descubierto, ¿le permitiría hacerlo?
3.¿Cree usted que a los atletas profesionales se les paga demasiado?
4.¿Esta usted satisfecho con el tamaño y la forma de su pene?
5.¿Cree usted en Dios?
6.¿Mira usted sus deposiciones antes de tirar de la cadena?
7.Si viniera un genio y le ofreciera concederle un deseo, ¿cuál sería ese deseo?
8.¿Cuál es el sitio más insólito en el que ha realizado el coito?
9.Si fuera usted presidente de Estados Unidos, diga tres cambios que haría.
10.¿Cuánto dinero haría falta para que usted se comiera un plato de mierda?

Quiero dejar claro que no he incluido esta encuesta para que os pongáis a contestar las preguntas. Jamás se me ocurriría pedir a nadie que responda a cuestiones tan absurdas, ¿a quién coño le podrían interesar las respuestas?... Ahora bien... si alguien siente la necesidad de compartir, aquí estamos los demás para escuchar…

jueves, agosto 24, 2006

Homenaje al rebelde

Hoy tenía pensado hablar de mi próxima incursión en el mundo de las artes marciales, pero acabo de ver una noticia que me ha dejado bastante afectado y que se merece toda mi atención en este momento. Es un más que merecido homenaje.

Es verdad, nunca nadie lo ha negado, que siempre ha sido el pequeño de la clase. También fue el último en nacer, y es posible que fuera producto de un descuido… de penalti, para entendernos. En realidad nació hace mucho tiempo, pero hace tan sólo 76 años, el mismo año en que nació mi padre, que fue capaz de vencer su timidez (...no me refiero a mi padre, se entiende).
Desde que vio la luz, ha sido un poco díscolo, es cierto, saliéndose del plano establecido, pero siempre, en algún momento, acababa volviendo a “casa”. No era como sus hermanos, era diferente. Y precisamente esa diferencia ha sido lo que ha acabado con él.

¿Por qué?, no hacía mal a nadie. Se limitaba a estar ahí, calladito y alejado de las multitudes. Nunca le ha gustado estar cerca de los focos, pues la luz le intimida. Se encuentra más cómodo en la oscuridad, dónde nadie pueda reírse de su tamaño y de su debilidad. Tienes amigos, de su talla, que juegan y viven con él, tan parecidos que casi, casi podría decirse que son siameses… pero no son como él… no eran como él…

Es cierto que hay otros que son más grandes, y que son más sociables, y que siguen las normas a rajatabla, sin salirse casi ni un ápice del programa marcado, con una exactitud quasi matemática. Los hay que tienen un afán de protagonismo y un ego tan exacerbado, que, como si de un desfile o un musical de Broadway se tratara, son capaces de quemarse hasta las pestañas por estar más cerca de las luces. Hay otros que perdieron su esplendor hace tiempo… tanto tiempo… que ya se duda de si realmente llegaron a tenerlo. Los hay que se ponen vestidos de lunares, de todos los colores, y otros que juegan al hulahop. Joder, y luego es a él al que llaman crío... Algunos, ya hace tiempo que son padres. Unos son monofiliales, pero otros tienen familia numerosa, de un calibre nada despreciable... ni que fueran mormones. Pero él… él siempre fue un rebelde. Si hubiera sido actor, le habrían llamado James Dean... qué paradoja... ambos han sufrido casi la misma suerte...

Pues por esa rebeldía, por la valentía de quebrantar unas leyes tan arcaicas, por haber sido capaz de demostrar a muchos durante tanto tiempo que ni el tamaño ni la fuerza importan. Por ser tú mismo, por marcarte tu propio status-quo...
Por todo eso, y sin dilación, con una cerveza en la mano, y mi puño derecho golpeándome el pecho, te digo, querido hermano:
Ésta va por tí,...Plutón!

martes, agosto 22, 2006

El infierno celíaco

Van a abrir otra. No sé cuántas habrá, pero dentro de poco nacerá una más.
Hoy, al salir de la oficina, y justo en el momento en el que me disponía a bajar las escaleras para entrar en la estación de metro Poissonnière, he levantado la vista del suelo y he mirado a mi derecha… y la he visto… es la enésima, o la enésima más uno, no sé muy bien, he perdido la cuenta. Están por todas partes… sales a la calle y… zas!… giras una esquina y… kazabum!.... miras por la ventana y… pof!

Las boulangeries son un auténtico negocio en París, es una industria caliente, tan caliente como las baguettes y croissants que venden. Hay tanto particulares como franquicias del tipo La Brioche Dorée, Paul, Bonne Journée…, pero todas ofrecen más o menos los mismos productos: pan y bollos. El negocio es redondo, pero no porque vendan donuts, sino por las cantidades de cereal que terminan despachando al final del día. Es el infierno de los celíacos.

Se supone que el pan es parte de la base de la tan manida dieta mediterránea, tenemos el pan tumaca, las tostas con aceite, los huevos fritos con chorizo, mojar pan es casi una religión (para algunos es también una obsesión…)… joder, hasta tenemos las torrijas… Pero todo eso no impide que no haya visto nunca comprar pan como se compra aquí. Sí, he dicho comprar, no comer… Supongo que también harán esto último, pero no puedo asegurarlo categóricamente. Tal vez sea una señal de status, o incluso tan sólo de identidad… tal vez lo hagan compulsivamente (pan!, pan!, pan!... coño, ¿os acordáis del chiste ese…”se abre el telón y aparecen 20 barras de pan y un piruli…¿cómo se titula….”, mejor lo dejo…).

¿Por qué tienen tanto éxito? ¿Es por este bello (?) y apacible (?) clima? ¿Tal vez las boulangeries son como los champiñones, se multiplican con la humedad? ¿Es la tristeza, que sólo se mitiga con una ingesta de un cubo de croissants? ¿Alguien tiene una teoría?, me gustaría saberla…
Y mientras pensáis, creo que iré a ver si pico algo. Hoy tendré que hacer un esfuerzo culinario… para no cenar pan con pan, que ya sabéis lo que se dice….

lunes, agosto 21, 2006

Mañana hará buen tiempo

Llueve. Como durante las últimas tres semanas. Llueve. Otro día más. Llueve. A la misma hora. Llueve. Y en el mismo lugar. Llueve. En París…
No es ninguna noticia, lo sé, pero estamos en pleno mes de Agosto, es verano… ¿dónde quedó la canicule? Mi memoria no alcanza ya a recordarlo claramente. Los recuerdos son imágenes borrosas de una mujer del tiempo, con su vestido azul y su canesú, repartiendo recomendaciones a diestro y siniestro:

–Attention…la canicule…attention…chaleurs extrêmes…rafraîchissez-vous…la canicule…

Qué dulce manera de decir que hace un calor de tres pares de cojones… Pero es verano!... es lo normal!... Pero no… aquí no… aquí llueve… eso es lo normal… un día… y al siguiente… y al de más de allá… ¿Y el Sol?... se ve más o menos lo mismo que en Xena, uno de los nuevos planetas, en el punto más cercano de su órbita… rien!. Recuerdo que era rojo… o amarillo… o una mezcla de los dos colores… hace tanto tiempo ya…
Hoy no veré la previsión meteorológica. ¿Para qué?... mañana hará buen tiempo… pero el buen tiempo francés…

viernes, agosto 18, 2006

Antes del atardecer (Before Sunset)

Before Sunset¿Os ocordáis de esa peli titulada Antes del amanecer (Before sunrise), protagonizada por Ethan Hawke (Jesse) y Julie Delpy (Céline), en la que se cuenta la historia de un chico americano y una chica europea que pasan juntos una noche en Viena compartiendo algo más que una cerveza? Pues bien, no es de esa peli que quiero hablar, sino de su continuación, Antes del atardecer (Before sunset), 10 años más tarde, en la que los mismos protagonistas vuelve a encontrarse, pero esta vez en París y durante el día.
Mi intención no es hacer crítica cinematográfica, sino más bien señalar el hecho que en dicha película... sale mi casa!. No, no me refiero al pequeño estudio en el que vivo, sino al barrio, al café que hay justo al comienzo del callejón, al propio callejón, al portal del edificio... en fin...

Le Pure CafeEn la secuencia, se ve cómo van andando tranquilamente, hablando no sé muy bien de qué, y se fijan en el bar "LE PURE CAFE". Pues bien, el portal de mi edificio es el que se ve justo enfrente, el que está en el fondo del callejón (cuando tengáis tiempo... el portal del niño de la historia El niño, la bicicleta... y el sótano está a la derecha).

Los protagonistas van directos hacia el café, y deciden entrar en él. Nada más entrar, Céline le dice a Jesse:

– ¿Te parece que nos sentemos allí? – señalando una mesa del lado derecho del local
– Oh!, si – responde Jesse– Este lugar es perfecto

Bueno, tengo que decir que el bar está bien, es bonito, pero como éste los hay a patadas en París. Creo que con todo esto de haber salido en la película y haber conseguido algo de "interés cinematográfico" (desde que estoy aquí ya van dos veces que graban en el café unas secuencias para un par de series de televisión), el lugar se ha vuelto "chic", por no decir "snob". Yo cené una vez allí y la carta no pasa de ser pretenciosa, es decir, el sempiterno quiero y no puedo, añadiendo el hecho de que no me atendieron como yo esperaba que lo hiciesen (y no soy alguien especialmente puntilloso en esos temas).

Los protagonistas siguen hablando, y después de pedir lo que van a tomar, Jesse dice:

– Me encantan estos cafés..– y encogiéndose de hombros –...ojalá hubiera cafés así en Estados Unidos

Joder, yo llevo mogollón de tiempo teniendo el mismo pensamiento, pero con algunos matices:

– Ojalá hubiera aquí bares como los de España – pensé para mí, mientras soñaba en las bravas, los calamares, los chipirones, la oreja a la plancha, los huevos rotos, la morcillita, la sepia, la tortilla... Y los aperitivos, coño!

Pero volvamos con nuestra pareja... Después de un buen rato, cuando se levantan para irse:

– Cuánto debemos... – dice Jesse, metiéndose la mano en el bolsillo del pantalón – ...cuatro cincuenta – piensa en voz alta el mismo Jesse
En ese momento Céline hace ademán de que va a buscar también dinero, pero Jesse la interrumpe:
– No, no, invito yo

Mira, generoso, por cuatro cincuenta, os habéis tenido que tomar como mucho dos cafés solos y un vaso de agua. El tío, que se supone que es un escritor famoso, pretende ir de guay invitando a dos cafés... Esto me recuerda a un artículo que leí el otro día de Pérez-Reverte que habla sobre la costumbre (más bien orgullo) que exhibimos los españoles al pagar una ronda. A ver si me acuerdo un día y lo incluyo como post.

Siguiendo con la historia, mientras dejan el dinero en la mesa y comentan algo en relación a la propina (otra vez el generoso Jesse), comienzan a pensar qué hacer en ese momento. Céline propone:

– Hoy es el día de las rebajas, podríamos ir de compras.
– ¿Y qué es eso? – pregunta Jesse
– Es cuando los productos están más baratos. Pasa dos veces al año – responde Céline
– Pues vayamos de compras – confirma Jesse visiblemente emocionado

¿Alguien me puede confirmar este punto?, ¿realmente no conocen lo que son las rebajas en USA o sólo es cosa de Jesse? ¿Puede existir una sociedad occidental, en una época como la actual, sin un periodo de rebajas?. Interesante planteamiento a desarrollar en futuras entradas.

Finalmente Céline decide que no, que no irán de compras, pues no quiere "castigarle" (¿por qué?, a mí me encanta ir de compras). Asi que justo en el momento en el que salen del bar, a través de la ventana, se ve y se oye lo siguiente:

– Aquellas escaleras dan a un parque. Es muy bonito – dice Céline, señalando con el dedo hacia el frente

Y ambos se dirigen hacia la supuestas escaleras y el supuesto parque. Digo supuestos, porque NO EXISTEN! Hacia donde ella señala no hay sino una simple calle y... un parquímetro!, ni escalera ni parque. Cosas que tiene ser del barrio...

Y de ahí en adelante prosiguen su paseo. Se van al dichoso parque imaginario y comienzan hablar de la última vez que se vieron (en la primera peli, hace 10 años), que si follamos, que si no follamos, que si yo no follo sin condón, que sí tonta, que me lo puse, que si fue en el cementerio... Total, que podríamos seguir, pero con lo del cementerio tiene pinta de que la necrofilia, zoofilia, bestialismo, y demás, serán temás predominantes en la conversación de Jesse y Céline, así que creo que va siendo hora de dejarles un poco de intimidad....shhhhhhhh....

miércoles, agosto 16, 2006

Nacimiento de "Croissant y tapas"

CroissantSí, es cierto, no es una idea demasiado original... pero no se me ocurre otra manera más práctica para compartir mis vivencias con aquellos que desde España se preguntan: "...¿y cómo le irá a éste?...". Con ese objetivo surge, y espero cumplirlo, bien por el hecho de alimentarlo de contenido, en cuyo caso el esfuerzo y trabajo le corresponde a mi persona, y bien por el hecho de que haya alguien que lo lea!... esfuerzo y trabajo, me huelo, que también le corresponderá a mi persona. Habrá que ir preparando las típicas campañas:

– Pero cómo, ¿que todavía no conoces el blog que he montao?...hombre!, espera, que te paso la dirección...
– Oye...queeee... no te molestes...
– No, hombre, no, cómo va a ser una molestia
– Ya (resignación)...
– Además, así te culturizas!
– (Pensamiento) Y encima dice que lo hace por mí...el hijoputa...

De mí poco puedo decir: por nombre me pusieron Carlos, aunque Mónica me reservaban. Nací en Bélgica, por tanto, belga de nacimiento, que aquí en Francia es más o menos como decir que has nacido en Lepe. Okupante en Coslada, Madrid. Voy por los 33, y como diría mi amigo Roberto, de Barcelona, "guapo, guapo... no soy, pero tengo un pelo!..."..., bueno, ya casi ni eso..., cada año más canoso y más calvo. Contaba cuentos, aunque nunca he llegado a saber si era por eso que me llamaban cuentista. ¿Que cuánto tiempo llevo aquí?, pues unos 5 meses... y va para largo... Actualmente vivo en París intramuros, aunque hasta hace bien poco disfrutaba de un plácido, cómodo, bonito y alejado..., más que alejado, retiro en Fontainebleau.

Respecto al título del blog..."Croissant y Tapas"... pues qué decir...

– Fue lo primero que se me ocurrió

... no,no es eso...

– Tiene un sentido profundo y esotérico...

...no,no, tampoco...

No sé, creo que tan sólo ha surgido de combinar dos productos típicos y tópicos de cada unos de los dos países. Productos, por otra parte, que en París son la punta de lanza de un negocio increiblemente implantado y próspero (el croissant) y de otro con unas más que halagüeñas perspectivas de futuro (las tapas). Ya profundizaré un día de estos, con algo más de detalle, sobre ambos negocios.

Y sobre todo lo demás... pues eso... que ya os lo iré contando.

Bienvenidos.
Bienvenus.
Benvenuto.
Welcome.
Welkom.
Willkommen.
Okaerinasai 「お帰りなさい」

À bientôt

martes, agosto 15, 2006

El niño, la bicicleta... y el sótano.

Acabo de tener una de esas experiencias en las que la realidad acaba casi superando a la ficción… casi…. por suerte para mí. Tal vez exagero, pero ha habido un momento en el que me he sentido protagonista, secundario o, simplemente, extra de una de esas películas donde el personaje en cuestión se adentra en una casa, cubículo, sótano, castillo, cueva, o lo que sea, que con tan sólo verlo, acojona, y en el que es evidente que el monstruo, bicho, momia, psicópata o similar, campa a sus anchas. Son esas escenas en las que todo el mundo piensa:

– Pero… ¿y este gilipollas?, ¿es que no se da cuenta?.... ¿por qué coño entra? Yo… ni arrastrao!

Hace un rato, cuando estaba llegando al portal de mi casa después de haber ido a correr un poco, justo cuando he entrado en el callejón (sí, es que para darle más mordiente a la historia… vivo en un callejón… aunque no literalmente, se entiende…) un niño que iba montado en bicicleta me ha dicho algo. Como aún tengo que poner el chip francés antes de siquiera escuchar lo que me dicen, el niño ha tenido que decírmelo una segunda vez. En ese momento, ya me he percatado que se dirigía a mí, y me he acercado a ver qué quería. El niño, que era negro (sin relación con cuestiones raciales, este dato tendrá significado más adelante), me ha vuelto a repetir lo mismo, por tercera vez, pero tan sólo he llegado a entender algo sobre bici y sótano. Me señalaba el fondo del callejón, justo donde está mi portal, y he pensado que era un vecinito que me pedía ayuda para bajar su bici a un cuarto que hay en el sótano del edificio para que los vecinos que quieran, puedan guardar sus bicicletas.

Creyendo saber ya lo que me pedía, yo le he dicho que no tenía las llaves de ese compartimiento, pero que podía bajarle hasta el sótano (es necesaria una llave para bajar por el ascensor). Así, cuando hemos llegado a mi portal, mientras yo me disponía a abrir, el niño se me ha quedado mirando y me ha dicho algo así como:

– Que no, que yo vivo aquí

y me ha señalado la puerta del edificio contiguo, unos de esos edificios tan comunes en París… por lo viejo, me refiero.
Sorprendido, y empezando a mosquearme un poco, me he acercado con él a la puerta de su portal, y mientras entrábamos me ha preguntado si yo era francés, esperando sin duda una respuesta negativa. Le he confirmado que, efectivamente, no… que era español. Sin profundizar más en el tema de las nacionalidades, hemos cruzado un pequeño patio interior, y el niño se ha dirigido hacia una puerta de madera, vieja, de esas que tiene cerradura pero que no funciona por lo oxidada que está, y que su función ahora la desempeña un candado. Es la típica puerta que esperarías encontrarte en un sótano de los que acojonan… de esos que os he mencionado antes…de los de las películas… El edificio, visto por dentro, desde la perspectiva del patio interior, se veía viejo y en un estado un tanto descuidado…. y oscuro… sobre todo oscuro. Vamos, que era un panorama como para cantar flamenco…

Cuando ha abierto la puerta (no, no ha chirriado… pero podía haberlo hecho, sin duda), ha aparecido ante mí una escalera de piedra, muy estrecha, con el techo bajo… y sobre todo… oscura… En ese momento he estado a punto de tirar la bici escaleras abajo y decirle al niño:

– Mira chaval, mejor le dices a tu padre que baje a colocar la puta bici, y no te pongas tonto que todavía te meto dos hostias

o más bien, en la versión algo más realista:

– Mira chaval, es que tengo que irme, que empiezo a notar que me estoy cagando

… y era verdad… pero de miedo… Pero bueno, por segunda vez, armándome de valor, he dejado que el niño fuese delante (aguantando todo el peso de la bici, el pobre….), y sin perder de vista la puerta, he comenzado a bajar las escaleras. Cuando hemos llegado abajo, el aspecto de los sótanos ha distado mucho de mejorar la perspectiva… y mi acojone… tampoco. Pequeños pasillos oscuros, con puertas de madera, y candados, manteniendo encerrado quién sabe qué demonios… Sin bajar siquiera del último escalón, he dejado la bicicleta (casi la he lanzado) y le he dicho al niño:

– Ça va comme ça?

que viene a significar algo así como:

– Bueno, ¿vale así?

– No, no ... es que hay muchas cosas – fue lo que me pareció entender como respuesta del niño, mientras yo ya estaba listo para recular de nuevo escaleras arriba

Y se ha puesto a abrir el candado… yo en ese momento ya estaba en el grado máximo de acojone, esperando ver salir a un cadáver, o peor, al padre del simpático niño… chamán de una tribu jamaicana, ávido de sangre y de entrañas humanas con las que realizar sus ritos de vudú.

Con los calzoncillos apunto de cambiarme de color, he cogido la bici y he intentado meterla dentro de un hueco en la pared (es un concepto que dista un poco del que tenemos en España de trastero). Evidentemente, estaba…. oscuro… muy oscuro. Y en ese momento, mientras tiraba la bicicleta dentro de ese agujero negro, me he sorprendido a mí mismo diciéndole al niño:

– ¿Es que no hay luz?

Si no fuera por lo terrorífico del momento, hasta hubiera resultado cómica la pregunta, coño.
Hecho el trabajo, mientras le preguntaba si ya estaba todo y mientras el chico cerraba la puerta del cuarto del terror, me he dado la vuelta, y sin esperar respuesta, me he encaminado hacia la escalera, pues clara tenía una cosa… mis intestinos no serían capaces de aguantar un esfuerzo más. Y hasta que no he salido de nuevo a la calle, y he entrado en mi portal, no me he sentido del todo a salvo.

Ahora, sentado aquí escribiendo, después de una tranquilizadora ducha, me siento un poco ridículo, y me pregunto qué habrá pensado el chaval. Pero os aseguro que ese momento, mientras subía de nuevo esa escalera de piedra, vieja, sucia y oscura… tan sólo era capaz de pensar en un tío grande... feo... con rastas... con una gallina muerta en una mano... y en la otra… un enorme cuchillo de carnicero!

Por eso creo, que la próxima vez que se le ocurra pedir ayuda al simpático español para bajar la bici al trastero.... comenzaré a hacerme el sueco...